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Editorial |
Descripción
The Bomarzo Affair: así llama el embajador norteamericano, en sus despachos confidenciales, al escándalo desatado en julio de 1967 por la exclusión de la ópera de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Lainez, del repertorio del Teatro Colón. En la historia del duque jorobado, ambientada en el Renacimiento italiano, y estrenada poco antes en Washington con apoyo oficial, el gobierno del general Onganía ha descubierto una «referencia obsesiva al sexo, la violencia y la alucinación», y el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Caggiano, una «visión horrenda de abyecciones morales que no quiero nombrar». La investigación de Buch (narrada como una crónica) simultáneamente indaga sobre la estética, la música, las fuentes y las citas de la ópera propiamente dicha, mientras establece un cuadro del funcionamiento del poder autoritario. Es también un mapa ideológico e intelectual del Estado, la opinión pública, la prensa y la «Intelligentsia» argentina de la década del sesenta, que en muchos casos aún pervive en los pliegues y repliegues del poder. De Leopoldo Torre Nilsson a Luigi Nono, pasando por la Academia de Bellas Artes, artistas e intelectuales se movilizan contra la censura -en vano, pues en la Argentina la obra se estrenará recién en 1972. Pero el episodio lograría provocar, paradójicamente, no sólo un deseo irrefrenable de ver la ópera prohibida, sino también un gran debate sobre las relaciones entre el arte, el sexo, la moral y el Estado. Así, más allá de las intenciones de sus creadores, poco predispuestos al rol de artistas malditos, el duque de Bomarzo, rodeado por los monstruos de piedra de su vida sexual, se convierte en un extraño personaje de la historia nacional. En torno a él se despliega un diálogo entre ópera, perversión y dictadura, que aún continuaría en 1984, cuando se reponga la obra para celebrar el retorno de la democracia.