Información adicional
Peso | 0.455 kg |
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Autores | |
Cant. de paginas | |
Encuadernacion | |
Editorial |
Descripción
Quisiera que veas el bosque del sonámbulo: las patas de mosca que atesoró Bataille; el ojo perpetuamente abierto de Filoteo el Sinaíta, de pie en su escarpadura sagrada y sin sombra; el rostro sofocado en polvo de grafito y resucitado como polvo luminoso en un calotipo de Victor Regnault; las manchas como formas agitadas en un cuento de Flaubert, un óleo sereno de Vermeer, los papeles plegados de Victor Hugo, las láminas sin título ni fondo del test de Rorschach. Que tu mirada devore lo que ve, como un hombre antiguo devora un pájaro augural, o estruja entre sus párpados el humor vítreo del halcón que acaba de cazar, para incorporar su vuelo. Como la sirenita se deshace para ser espuma, o la hostia se hace pan y la sangre, vino en el cáliz eucarístico. Una herida es una boca, una llaga y un sexo que te mira. San Agustín persigue lo que es verbo, lo que es y se derrama en todas partes. Fra Angelico pinta las puertas de un armario que protege reliquias votivas: es como si montara predelas ensambladas, un damero portátil de imágenes. Cuadritos como nubes que pasan y pasan, pasadizos secretos, joyeros de modestia sutilísima. Quisiera que te duermas de una vez, para que te despiertes. Tu cuerpo suelta amarras como un buque, se fuga de las clavijas heredadas, se apodera del mundo por el que es desposeído.
En este libro, su primer volumen de Ensayos sobre la aparición, Georges Didi Huberman aúna el rigor del método y la fecundidad del hallazgo fortuito, la figura y la desfiguración, la forma y lo informe. Se hace fasma: insecto indiscernible que se vuelve la materia que come y el lugar que habita, pura intensidad táctil.