TEATRO CARMEN CONDE Y AMANDA JUNQUERA

Carmen Conde (Cartagena, 1907-Majadahonda, 1996) y Amanda Junquera (Madrid, 1898-1986), fruto de su intensa relación íntima e intelectual, redactaron dos obras de teatro de manera conjunta en 1937. La primera, titulada genéricamente Teatro de Amanda Junquera y Carmen Conde, se encuentra incompleta y se ha mantenido inédita hasta la actualidad. La segunda de estas, Tras de la perdida gente, que aborda un tema tan controvertido y actual como es el de los refugiados de guerra, después de algunos intentos infructuosos durante la década de 1940, se publicó en 1986, aunque firmada únicamente por Carmen Conde por motivos que no han podido esclarecerse.La presente edición, elaborada por Fran Garcerá y Cari Fernández, bajo el título de Teatro, incluye una introducción y, tras cada uno de los textos, la reproducción facsimilar de los manuscritos de las dos obras dramáticas que acoge este volumen.

El arco iris del deseo glosa las diferentes técnicas que el gran pedagogo teatral brasileño ha desarrollado a lo largo de su dilatada carrera en la que se ha centrado en utilizar el teatro como instrumento de liberación personal que además es capaz de operar cambios profundos en la vida de los individuos.

Considerado como el más grande poeta cómico griego de la época clásica, Aristófanes (ca. 445-ca. 386 a.C.) publica la mayor parte de su obra durante el largo periodo de la guerra del Peloponeso. Sus comedias –aparentemente fantasías verbales y burlas groseras destinadas a provocar la risa del pueblo que acudía a las fiestas– son, sin embargo, el testimonio de su actitud reflexiva ante los problemas de la sociedad de la época y la expresión de sus profundas convicciones de ciudadano. “Las nubes”, “Lisístrata” y “Dinero” ejemplifican tanto el compromiso directo de Aristófanes con la vida pública, como su genial capacidad para elevarse por encima de las circunstancias particulares de su tiempo. Traducción e introducción de Elsa García Novo

La figura del doctor Fausto, personaje legendario que vende su alma al demonio a cambio del disfrute de la vida mediante el logro de todos los impulsos de la voluntad, fue recreada desde el Renacimiento por diversos literatos, pero fue J. W. Goethe (1749-1832) quien enriqueció la leyenda y le confirió un profundo valor filosófico y humano. En su “Fausto”, publicado en dos partes (1808 y 1832), la búsqueda de lo absoluto y de la plenitud vital convierte al personaje en un prototipo del espíritu siempre insatisfecho del hombre romántico y en un símbolo del destino de la humanidad. Sin embargo, como apunta Francisco Ayala, esta obra cumbre de la literatura “no nos da un arquetipo humano, como don Juan o el rey Lear o Tartufo […] En verdad, todo lo que acontece a Fausto a lo largo del poema no constituye su tragedia: su tragedia no es algo en que se realiza su vida, sino que es precisamente la vida misma”. Desesperado y desengañado por el intelecto, el protagonista proclama la acción como principio del mundo, más todas las formas de la acción contienen un destino de error (y dolor) inevitable: el que lleva aparejado toda elección. Prólogo de Francisco Ayala