Información adicional
Peso | 0.911 kg |
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Editorial |
Descripción
Pese al título, este libro no ofrecerá ni consejos ni recetas para saborear la pintura, es más, el deseo del autor es sembrar o mejor dicho consolidar una duda, la duda sobre la capacidad de poder «saborear» una obra de arte en ausencia de su comprensión. Es decir, que el placer de una obra aumenta con el conocimiento del contexto de su creación es uno de sus postulados. Las obras que se analizan en este texto fueros realizadas en épocas diferentes y emplean estrategias de seducción diferentes: unas son imágenes hechas para príncipes («La Fiesta de Venus», de Tiziano), otras para la Corte absolutista («La Rendición de Breda», de Velázquez), y también para el público «people» (las serigrafías de Warhol), otras incluso para el propio artista (los autorretratos de Rembrandt). La capacidad de interpelación de la obra de arte es grande y acercarnos a ella significa dejarse llevar por el juego de la interpretación. Interpretar para comprender, para degustar, para gozar. La manzana que el amorcillo de «La Fiesta de Venus» de Tiziano huele, muerde o se dispone a lanzar al espectador es una señal de complicidad. Una señal, tan sensual, tan comestible. Pero hay otras, menos evidentes, más secretas. Este libro pretende ayudar a descubrirlas.